Describir un mundo de olores a través de las letras es magistralmente mostrado aquí... y siento que cualquiero cosa que diga es bastante obvia a la hora de comentar y describir esta novela. No estamos en aquella Francia del siglo XVIII y su embote de olores (que por ahí dicen que hoy día no es muy diferente), por lo menos no percibimos tanto como Grenouille, no hay tantos olores desagradables por todas partes.
No sé ustedes, aunque no me pusiera a olisquear todo, porque ya olfateo de forma natural y casi disimulada (por aquello que dicen que es de mala educuación). Podríamos apreciar mejor la comida, un buen restaurant, una buena mujer (alguna vez un cuate refirió lo hermosa de una mujer que iba pasando y se me salió decirle "No lo sé, huélela"), arreglar el coche, hasta saber ciertos momentos apropiados para decir cosas.
Y sí, olisquée el libro físicamente, me gustó el olor...
Hasta luego.