miércoles, agosto 26, 2009

Sentido de las cosas y los retos

El mundo sufre de un sinsentido espantoso, o debo decir que sufre de un sentido consumista empoblecido, pero ese es uno de los caminos que hacen que la persona finga que tiene un sentido aquí. Es obvio decir que para consumir no se vive, las cosas son herramientas, no el fin; fabricarlas para otros es un fin. Usarlas para fabricar algo mejor es un fin. Comprar para paliar la sensación de vacío puede ayudar un rato.

Ahora se espera tener todo digerido: resúmenes de libros, películas y programas de TV de bajo contenido -o contenido extremadamente simple-; como diría McLuhan, contenido "frío" para (man)tener a la audiencia en caliente, una audiencia masiva viendo gente que habla y hace cosas que no ofrece nada. No hay reto en eso. El aprendizaje ya no es tampoco un reto; la ignorancia, la idiotez y ser un mamarracho es el sentido de la popularidad.

El sinsentido de los retos y las cosas está llevando a la humanidad hacia ninguna parte, o hacia cual quier cosa que distraiga del mismo.

Ahí se los dejo de tarea.

sábado, agosto 15, 2009

El mínimo

Pareciera coincidencia -una extraña coincidencia- que paralelo al salário mínimo, los requisitos mínimos o la "ley del mínimo esfuerzo" surgido entre los mexicanos, se ha generalizado de forma viral a todos los aspectos, ámbitos y personas la cuestión de El mínimo: Hacer lo menos posible de nuestras responsabilidades y que el otro agradezca que por lo menos se hizo.

Si habíamos establecido que las gallinas de arriba cagan a las de abajo, su "gracia" permea también la vida entera de las gallinas de abajo: El jefe se esfuerza por pagar el mínimo, ofrecer los beneficios y prestaciones mínimas, lo mejor es que tiene que gastar bastante en cursitos idiotas de motivación para sus empleados que, como reciben el mínimo, trabajan el mínimo.

Por otro lado están los que hacen el mínimo por cuenta propia: los burócratas. Trabajar en el gobierno es la pura hueva, la burocracia es el primer mal de todo país. Creo que estos son peores, ni el mínimo hacen. A lo mucho mueven la mano para rascarse el trasero y hastiarse de tortas. Imbéciles que estorban para el progreso y el crecimiento del país. Payasos del Estado.

Hacer el mínimo nos hace mínimas personas, mediocres que se conforman con migajas para irla pasando, y todavía las gallinas de arriba nos hacen que les demos gracias por ello. ¡Pavadas!

Au revoir