La brujita de caderas generosas de mi cabeza
Una tarde la vi llegar por el callejón,
su tez blanca y tersa, cabello suelto,
mirada felina, boquita color granada.
Esa mujer que amé en los inviernos,
de manitas suaves, hombros de marfil,
voz maniquea y beso cálido.
La brujita de caderas generosas de mi cabeza
es la hora de que aún no aparece,
entre los cardos y las rosas,
entre mis brazos y las sábanas,
entre mis sueños y un suspiro sobre mi espalda.
Au revoir
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