Me cuesta creer aun que el Tío Roberto esté en cama arreglando asuntos finales, después de toda una vida de conocerlo con una energía asombrosa, de salvarse de estar a punto de quedar parapléjico, de subir, bajar y viajar por aguas y tierras de México, algunas veces con la familia y otras con los tantos sobrinos que tanto aprecio le tenemos...
Su "último" consejo (digo así pues he aprendido muhco de él y no creo sea bastante) fue el de vivir feliz pero ver la vida como es realmente, ver la realidad, no negarla. No digo más, vada quien haga su interpretación.
Feliz partida, Tío Roberto, que los dioses te reciban en sus brazos.
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