Recuerdo la terrible y engorrosa hora de la comida, cuando yo deseaba conversar y pasarmela bien, digo comer así lleno de gente el comedor y todos ingriendo su comida igual como hacen su trabajo (adormilados y mecanizados, las vacas comen mejor, me cae) me daba hueva y horror, pero por muy licenciados, másters y gente cool, de plano no se daban cuenta que allá afuera había un mundo, existía el cine, la buena música, el arte, los jardines, el sol, el cielo, las nubes, el aire fresco, la risa, las cosas bellas. No, sólo se limitaban a seguir hablando del trabajo, si salían a sus casas seguían trabajando, si van al bar seguían hablando del trabajo, lo horrible fue cuando soñé que trabajaba (!puta madre, hasta en sueños sigo trabajando para ellos!), entonces me di cuenta que algo estaba mal, muy muy mal :S
Ellos hablaban de efectividad en el trabajo, de armonía, buenas relaciones, "recursos humanos", productividad, planear-hacer-verificar-actuar, calidad y un montón de conceptos que quién sabe quién implementó para hacer del ambiente laboral una constante lectura fofa de cualquier puto libro de superación personal con fondo musical de Mario Pintor o José Ma. Napoleón; pero en su puta vida ni siquiera hay armonía, buenas relaciones, humanidad, productividad, calidad de persona. Sólo eran un montón de pendejos acinados en una oficina con una maldita vieja gritona que me provocaba una úlcera gástrica y mis fantasías infantiles de destrucción, fue cuando descubrí que se me estaba pudriendo el alma y salí huyendo, el tiempo me dio la razón...
Todos aquellos asesores de imagen, pendejos organizacionales, motivadores, achichincles déspotas, los putos del telemarketing... Pinches "empresólogos" trasnochados: !ANDENSE A LA MIERDA!
Au revoir
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